Hola a todos!!!
Aun no nos hemos recuperado del fabuloso Festival que hicimos el día 15 en el Teatro Barakaldo y ya estamos a las puertas del Festival de las fiestas de La Peña. Con él cerraremos el curso 2013 - 2014. El primer curso de Arte 8.
Éstos días os dejaremos distintas reflexiones de personas que han estado presentes de una manera u otra a lo largo de éstos meses en Arte 8.
Hoy, os ofrecemos una crónica del Festival realizada por Jon Amuriza, director del Grupo/Taller de Teatro L´Odisea que éste año, nos ha deleitado con diferentes puestas en escena.
Saludotes!!!!
Lo primero que llama la atención es darse cuenta, a poco de empezar el espectáculo, del ingente número de personas que participan , desde niños de 5 años hasta madres de familia.
Desde el mismo instante en que empieza ya se percibe un trabajo cuidado, que no deja resquicio a la mala improvisación: hay orden, hay un espíritu colectivo y esto es difícil de percibir en todo su esplendor, quizás por la falta de costumbre en el modelo de público actual que jalea todo lo que se mueve en un escenario, sin demasiados criterios.
Dos horas de energía, de creatividad, de originalidad, de un montaje coreográfico más que meritorio, mucho puntos por encima de los habituales espectáculos musicales y coreográficos amateurs, tan en boga, al uso.
Se percibe, claro, un trabajo exhaustivo. Eso no se le escapa a nadie y en valorarlo en todo su mérito hay unanimidad.
Pero hay mucho más que eso: se ve oficio, horas de vuelo, dominio escénico, pasión por la danza.
Mirari Bilbao ha creado un imparable dominio coreográfico más allá del mérito innegable que significa regir en un escenario a una masa de personas de semejante envergadura, sin un resquicio a la mala improvisación, a los desajustes. Con una duración considerable no se concede tregua ni lugar para las esperas, los fallos evidentes o el desorden escénico.
Un espectáculo pleno de energía colectiva, del ingente trabajo común que se intuye en unos previos ensayos demoledores, sin olvidar la presencia imperceptible del componente pedagógico de la danza que también se manifiesta en este trabajo con su consiguiente desarrollo de valores como el esfuerzo, el compromiso, el trabajo cooperativo o la responsabilidad colectiva, indispensables en el tiempo que vivimos.
Un deseo final es que este feliz experimento siga creciendo y se extienda cada vez más.
JON AMURIZA.
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